PostHeaderIcon 2012-04-6,7y8 Una aventura de Josete y Posete en Aras

El finde de la Semana Santa (viernes, sábado y domingo) mi amigo Josete y yo nos fuimos de acampada a Aras. Acampamos en el refugio libre de la  Romerosa. Para los que no conozcáis los refugios libres de Aras, se trata de un refugio para pastores. También lo usan cazadores y forestales. Salimos de Valencia a eso de las doce. En hora y cuarto nos plantamos en Aras. Antes de salir para el refugio, saludamos a los amigos que tengo en Aras. Primero saludamos a Isaías, después a Vicente Polo y a Antonio. También me encontré con los hijos de Isaías. Era la primera vez que mi amigo Josete subía a Aras. Le presenté a  mis amigos areños. Luego, en el bar de la plaza, nos encontramos a Joanma. Joanma es el jefe de los forestales de la zona, y un buen amigo de muchos años, desde que nos conocimos en la Asociación Valenciana de Astronomía. Nos invitó a ver el sol al día siguiente con su telescopio y demás equipo. Y, desde el pueblo, nos dirigimos a La Romerosa. Está a cuatro kilómetros del pueblo. Llegamos en un plis plas, y Josete pudo admirar el refugio enmedio de un denso bosque.

 

Podéis ver en la foto de arriba el refugio, y el coche con el que llegamos a Aras. Se trata de un Citroen AX, que tiene veinte años, pero que se portó como un campeón.

Josete tiene cincuenta años y está operado de la espalda. Yo no sabía hasta dónde podía llegar andando por el monte. Así que, como prueba, organizé un pateo de un par de horas para ver lo que Josete podía dar de sí. Seguimos el camino de La Romerosa de bajada al río, pero no llegamos al río sino que nos quedamos a mitad de camino. En la foto podéis ver a Josete comiendo algo antes de empezar a patear.

Josete comiendo algo

 

Lo de Josete y la comida fue una barbaridad. Cada hora y media hacía una comida. Yo soy hobbit, pero Josete me superó de largo. ¡¡Es una liiiiiima!

Nos pusimos en camino.

Empezando a movernos

 

Haciendo camino

 

Un detalle floral

 

Bosque y cielo

 

El cielo estaba encapotado, pero no cayó agua.

 

Las nubes

 

 

 

Lomas y bosque

 

Foto de aproximación

 

Otra toma de aproximación

 

Romero en flor

 

Una vista de la zona del Río Turia desde arriba

 

Un detalle de unos gusanos

 

Cielo amenazante

 

Lo mismo pero sin filtro

 

Y llegamos a mitad de caminata. Paramos en una loma desde, como podéis ver en la foto de abajo, se domina todo el paisaje circundante. Josete iba bien. Pero yo no quería forzarle más ese día. Paramos a descansar, admirar las vistas e hidratarnos.

 

A mitad de caminata

Josete llevaba una cámara de vídeo. La sacó para admirar el paisaje desde la loma.

 

El cielo estaba variable. Tan pronto estaba todo cubierto, como salía el sol entre las nubes…una locura para el balance de blancos de la cámara.

Y nos volvimos

 

Después del pateo, nos acercamos al pueblo a tomar un café y saludar a una compañera de trabajo de Josete que tiene casa en el pueblo. Una vez allí, nos enteramos de que con motivo de la Semana Santa, había una procesión. Iban unos nazarenos cargando una Virgen y un Cristo, y a ambos lados de los nazarenos, la gente del pueblo en silencio, solo roto por la banda de música. Aparte de la música no se oía un alma…silencio absoluto. Así expresan su fervor religioso los areños.

 

 

 

 

Y después de esto, nos subimos a La Romerosa para cenar y dormir. Josete había traído un arroz con verduras que estaba buenísimo, y que fue nuestra cena. Josete tomó una ración de gigante verde. ¿He dicho ya que da gusto verlo comer? Pues eso. Después de cenar, nos metimos en los sacos. Estuvimos charrando como una hora antes de que nos entrara el sueño. Hacía frío, aunque no mucho. Con los sacos y los edredones no sentimo frío. Y ansín pasamos la noche.

Lléndonos a la cama

 

Me desperté a las once, y después de desayunar nos dirigimos al taller de telescopios de Joanma para ver el Sol. Pero estuvo cubierto de nubes el cielo, y, lógicamente, Joanma no apareció. Nos hicimos unas fotos al lado del viejo olmo de la plaza. Ansín que a las doce y media nos volvimos a la Romerosa. Josete tenía la sana intención de hacer un fuego en la chimenea por la noche. Para ello recogimos leña por los alrededores del refugio.

Josete junto al viejo olmo de la plaza

Josete se había levantado bien de la espalda. Las tres esterillas que usó debajo del saco le habían permitido dormir cómodo. Además, se encontraba descansado. Valorando todo ello, pensé que podíamos patear hasta el río siguiendo el camino de la Romerosa. Son cinco horas entre ida y vuelta. Nos hicimos un par de bocatas para la comida. No esperamos más, y nos pusimos en camino.

Haciendo camino

 

El cielo tan pronto estaba encapotado como se despejaba. Caían unas gotas de agua, y, poco después, volvía a aparecer el sol. Y estuvo ansín todo el día. Caminamos temerosos de que nos cayera el diluvio en cualquier momento. Pero eso no llegó a ocurrir.

Una flor y un insecto

El bosque nos rodeaba a ambos lados del camino. Era un placer respirar aire puro, y seguir caminando.

 

Y, dos horas después de haber empezado a caminar, llegamos a Los Masetes. Allí paramos a comer y a descansar una hora y cuarto. Josete dio otra exhibición de buen comer: se comió el bocata y varias madalenas y sobaos. Después de comer, nos dimos una vuelta por la zona del río. Pude hacer unas cuantas buenas fotos. Aquí va una de un tronco caído.

 

Un tronco partido

 

Encontré un árbol cuyas ramas estaban cubiertas de flores verdes; de un verde precioso. Le hice unas cuantas fotos.

Un detalle de un árbol

 

 

 

 

El agua del río corría limpia y transparente. Josete, que se había traído bañador, estuvo a punto de meterse. A mí ni se me pasó por la cabeza…buf ¡qué frío!

 

Vistas del Río Turia

Después de estas fotos, me tumbé a descansar. Josete se dio una vuelta por toda la zona del río. Estuvo casi cuarenta y cinco minutos desaparecido. Volvió con un par de bastones de madera sacados de la rama de un árbol. Teníamos que volver, ansín que nos pusimos en marcha. Nada más salir de Los Masetes, Josete, como podéis ver en la foto, acortó camino monte a través. Yo preferí seguir el camino. Josete me esperó.

 

Jose acortando camino

 

Josete me adelantó campo a través

 

Josete iba pletórico de fuerzas. Yo empecé mi calvario. La primera media hora de vuelta era en llano. Pero la siguiente media hora era cuesta arriba. Me dio una pájara. Había comido bien, y me había hidratado. No hacía calor ni frío. Pero, por lo que sea, me dio una pájara. Cada cincuenta dolorosos metros me paraba para recuperar el resuello. Josete, que iba bien, me iba esperando.

Camino de vuelta

 

A pesar del cansancio, seguí haciendo fotos. En la de abajo podéis ver un pájaro grande surcando los cielos.

 

Un pájaro grande

Y el denso bosque nos rodeaba.

 

Como curiosidad os comento que había hormigueros por todo el camino. Abajo tenéis uno, y en otra foto veréis el tamaño del mismo por comparación con algo conocido.

 

Un hormiguero

 

Comparando tamaños

Se podía ver el sol iluminando las montañas a través de las nubes.

Un contraluz

La pájar se me pasó en cuanto terminó la subida. A partir de ahí fui justito de fuerzas, pero fui. Me costó un gran esfuerzo continuar hasta el refugio, pero no paré de hacer fotos.

Nubes amenazantes

Finalmente llegamos al refugio. Josete lo celebró comiéndose unas madalenas. Descansamos un rato, y, ya recuperados, nos montamos en el coche para subir a La Travina. La Travina es una loma que hay a cuatro kilómetros del pueblo. Allí está situada una caseta de vigilancia forestal. Hay varias de estas casetas repartidas por los montes de la Comunidad Valenciana. Es un sitio estupendo para ver una puesta de sol, lo que era mi objetivo. Era la hora adecuada, el sitio adecuado y tenía el equipo fotográfico adecuado. Ansín que manos a la obra. Todas las siguientes fotos son de la puesta de sol.

 

 

 

 

 

 

 

Después de un rato, y aunque aún quedaban cuarenta y cinco minutos de puesta de sol, nos tuvimos que volver porque Jose tenía frío. Corría un aire fuerte y frío. Bajamos al refugio. Mientras yo cocinaba unas patatas  a la riojana, Jose preparaba una hoguera. Las patatas salieron buenas. Y la hoguera fue un entretenimiento. Ver arder los troncos, tiene algo hipnótico. Después de cenar, y de contemplar la hoguera, nos fuimos a dormir. Al día siguiente, habíamos vuelto a quedar con Joanma para observar el sol. Me despertó Jose a las once, pues habíamos quedado a las doce. Mientras yo dormía, Jose había desayunado al despertarse. Luego se fue a dar una vuelta por el pueblo, y, ya que estaba allí, desayunó por segunda vez en el bar de la plaza. Cuando me despertó, desayuné, y él, por simpatía me acompañó con su tercer desayuno de la mañana ¿no está mal, eh? Y lo que he de decir es que está seco, delgado y fibroso: no le sobra un gramo de grasa.

Joanma nos estaba esperando en su taller astronómico. Pudimos ver el sol, que tenía poca actividad: solo una mancha solar. Joanma nos enseñó su colección de telescopios. Es impresionante. Queda pendiente hacer una observación nocturna para otra vez. El de la foto de abajo es Joanma.

Mi amigo Joanma

 

Nos quedaban unas horas antes de volver a Valencia. Decidimos acercarnos al refugio de la Viguilla, para que Jose pudiera ver más partes de Aras. Dejamos el coche debajo de La Travina. Bajamos un repecho de un kilómetro, y llegamos al refugio. Allí nos encontramos con un grupo de boyscouts. Llegamos hasta el algibe, que, por cierto, ya no tiene cubo para sacar el agua de él.

 

Y tuvimos que volver, y subir el repecho. Me costó Dios y ayuda, pero subí. Aún tuve ganas de hacer alguna foto.

 

Volvimos al pueblo, y compramos embutido en la carnicería. La idea era hacer una hoguera en La Romerosa, y asar longanizas, chorizos y morcilla. De la hoguera se encargó Jose, que es  una máquina…apañao…apañao. Yo me caso con un hombre ansín.

 

Brasas para una parrillada

 

La parrilla

 

Comimos como marqueses. Descansamos la comida una hora. Estuvimos leyendo, enmedio del silencio del lugar, solo roto por el viento colándose entre las ramas de los árboles.

Fue una acampada genial. Jose y yo charramos sobre un montón de cosas. No hubo ningún mal rollo. A pesar de que sobre algunas cosas tenemos ideas distintas, pudimos hablar expresando nuestras opiniones. Hubo respeto y amistad. A ninguno nos molestaba las opiniones del otro. Charramos, charramos y charramos, y nos lo pasamos genial haciéndolo. Estuvimos de buen humor toda la acampada…y eso se nota.

Estoy deseando que volvamos a salir juntos al monte.

Y me despido, hasta otra.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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